Un paseo por los campos verdes de Jaén en pleno julio… con la fresca
Recuerdo que, de niña, mis viajes en tren de Madrid a Córdoba o a Málaga se convertían en una aventura. Daba tiempo a leer, a conversar con el vecino (porque, a pesar de mi timidez, aquellos compartimentos cerrados no te dejaban otra opción…), a comerte el bocata que la abuelita te había preparado, a mirar por la ventana e imaginar lo que ocurría en cada casa, cada huerto, cada estación…
Patio de entrada
Ahora con el AVE, casi hemos perdido todo eso… Salvo si viajas a Jaén.
Cuatro horas en tren dan para mucho, incluso en los asépticos vagones de los trenes modernos, que cada vez más se parecen a un avión low cost volando a ras de vía.
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